3/6/15

LAS DOS CLASES DE AHAVAH (amor)

Muchos de nosotros no comprendemos que lo que llamamos ahavah (amor) es en realidad una búsqueda de Yahweh. La necesidad urgente que estamos expresando cuando decimos: "Necesito que alguien se ocupe de mí", o "Necesito intimidad", es en realidad la necesidad de trascender nuestra persona física y conectarnos con nuestras almas. De modo que, en cierto sentido, amar a otra persona debería ser lo mismo que amar a Yahweh, y viceversa. Una persona que puede amar al Eterno pero no puede amar a otro ser humano en realidad no está amando a Yahweh. Y una persona que ame a otra persona pero no tiene ahavah (amor) por nuestro Abba (Avinu) descubrirá en última instancia que lo que él llama ahavah (amo)r es algo condicionado y egoísta, lo que significa que no es en absoluto ahavah (amor) verdadero.
Los dos tipos de ahavah (amor), el egoísta y el altruista, son diametralmente opuestos. El ahavah/amor egoísta es un ahavah/amor condicionado; se ama con la condición de que sus necesidades sean satisfechas, y si la persona que hemos elegido para amar no satisface esas necesidades, rechazamos a esa persona y buscamos otra. Aunque puede parecer hermoso por un tiempo, ese amor está destinado a ser pasajero. Cuando la persona que amamos quiere ayuda, podemos dársela. Pero si el precio se vuelve muy alto, si sentimos que estamos dando más de lo que estamos recibiendo, simplemente podemos dejar de amar. Después de todo, hay una medida fija de incomodidad que estamos dispuestos a tolerar de la otra persona.
El ahavah/amor altruista, en cambio, significa elevarse por encima de las propias necesidades. Significa salir de uno mismo, conectarse realmente con el alma del otro, y, en consecuencia, con AVINU. Cuando el ahavah/amor es trascendente, estamos llegando a un sitio más alto; juntos, estamos acercándonos al Eterno. No hay condiciones en ese ahavah/amor altruista; cuando la trascendencia es el objetivo de nuestro ahavah/amor, no estamos todo el tiempo redefiniendo nuestros deseos y necesidades.
El ahavah/amor condicionado y egoísta se disipa cuando sus condiciones no se cumplen, pero el ahavah/amor altruista e incondicionado es constante y eterno. El ahavah/amor condicional con demasiada frecuencia significa la obliteración o sujeción de un individuo; en lugar de dos volviéndose uno (SER UNA SOLA CARNE), el ahavah/amor de la persona dominante consume al otro. El ahavah/amor incondicionado, en cambio, el ahavah/amor de la trascendencia, nos permite hacer a un lado nuestros deseos egoístas y amar a esa persona en consecuencia.
El ahavah/amor condicionado no estimula el crecimiento, porque es simplemente una necesidad temporal que se está satisfaciendo. Así como necesitamos comer de nuevo pocas horas después de una comida, alguien que ame condicionadamente necesitará constantemente más porciones de seguridad, cuidado y aceptación. Pero el ahavah/amor incondicionado es el fundamento del crecimiento humano. Es amplio: se derrama, y afecta no sólo nuestras necesidades inmediatas sino toda nuestra persona. Mientras que el ahavah/amor condicionado está compartimentado en nuestra vida, el ahavah/amor incondicionado es una parte integral de toda nuestra existencia. Y por último, es la herramienta con la que aprendemos a experimentar la más alta realidad.
El ahavah/amor, por lo tanto, es el fundamento sobre el que se levanta todo nuestro mundo. Todas nuestras leyes, todas nuestras actitudes, todas nuestras interacciones, surgen del mismo principio. El ahavah/amor es la raíz de toda civilidad y moralidad. Sin ahavah/amor, sería imposible vivir en shalom/paz unos con otros, respetar las necesidades del otro, y tratar a cada cual con la misma compasión que nos gustaría recibir.
Sigan pues, amados mios, creciendo en el ahavah verdadero que es el UNICO que perdurará para siempre.

Shalom a sus vidas

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