18/7/15

EL CAMINO DEL HOMBRE

El camino del hombre
El camino del hombre puede realizarse por dos vías:
a) Inconcientemente, y en última instancia, sufriendo y reaccionando sin dirección objetiva a causa de su ignorancia.
b) Concientemente, al definir a través del estudio interior de la Torá y la práctica intencionada de las mitzvót los límites entre el bien y el mal, lo real y lo imaginario.
Las mitzvót
El concepto mitzvá (singular de mitzvót) indica la acción que activa y conecta (tzavta) diferentes ámbitos de la realidad; y a su vez nos da conciencia del prójimo a partir del fortalecimiento de la voluntad y la perseverancia en la realización de actos altruistas. 
Las mitzvót ayudan a trascender el egocentrismo, ya que a través de su práctica el hombre comienza a comprender que el olam (mundo) no comienza ni termina en él. 
Las mitzvót nos brindan parámetros para medir nuestro grado de altruismo y egoísmo, son coordenadas espaciales y temporales (Las mitzvót impulsan el altruismo hacia los diferentes espacios en que el deseo se manifiesta: material-sensorial, emocional, mental y espiritual, indicándonos el ritmo adecuado y el momento propicio para realizar nuestras actividades y expresar nuestros sentimientos y pensamientos) de expansión y contención de nuestros deseos. Las mitzvót tienen una sola y única fuente: el Kadósh Yahweh Barúj Hú
Para lograr una mejor comprensión, las definiriamos de esta forma:
a) Mitzvót que ayudan al hombre a discernir si su relación con el prójimo es altruista o egoísta (bein adám lejaveró).
b) Mitzvót que orientan al hombre en pos de la energía de vidas que nutre toda la Creación y su máxima identidad: el Kadósh Yahweh Barúj Hú (bein adám laMakóm).

a) Mitzvót de expansión de la voluntad (asé).
b) Mitzvót de contención del deseo (lo taasé).

Las mitzvót que relacionan al hombre con su prójimo (bein adám lejaveró) nos ayudan a comprender que las necesidades de los otros son tan importantes como las propias, y cuando no están resueltas nos afectan a todos por igual. Así el hombre puede lograr incorporar la noción de unidad dentro de la aparente multiplicidad de la realidad, ya que cuando el objetivo de los hombres es similar se unen en pos de él y «la unión hace la fuerza». El bien colectivo es el objetivo que nos une y responsabiliza mutuamente, primero hacia nuestro entorno, familia, amigos, luego hacia la comunidad y el mundo.
 Cuando deseo algo ¿cómo sé si es bueno o malo?

La Toráh nos brinda mitzvót, parámetros objetivos (no asesinarás, no robarás, etc.) a través de los cuales podemos discernir entre el bien y el mal y de esa forma prever las consecuencias de nuestros actos a corto y largo plazo. El bien y el mal no pueden ser definidos en sí mismos, bueno y malo, dependen del objetivo. En la Creación algo es bueno o malo con respecto a una realidad más allá del sujeto que la experimenta. Somos buenos padres, buenos esposos, etc., o sea el bien y el mal se evalúan de acuerdo a lo que proyectamos a nuestro entorno. El Kadósh Yahweh Barúj Hú todo lo hizo para bien y queda en nosotros, aprehendiendo las leyes de la Toráh, desvelar la forma y el momento para extraer el bien oculto existente en cada ser y aspecto de la realidad. La misma energía que destruye puede construir cuando la aplicamos en la forma adecuada;
Como lo expresa el libro de Kohélet  "Todo tiene su tiempo ...".
La Creación es el «gran proyecto» y como todo plan tiene sus principios y fases de desarrollo.
La Halajá le enseña al hombre el ritmo y la forma de relacionarse con dichos principios.
 Al tomar conciencia de la realidad a partir de dichos parámetros, comenzamos a vivenciar la mitzvá de "Amarás al prójimo como a ti mismo", ya no en base a nuestro parecer y sentir momentáneos sino des-cubriendo que amar al prójimo como a sí mismo es una ley objetiva como lo son las leyes de la naturaleza en el ámbito material. Entonces podemos percibir el orden de causas y consecuencias a nivel de nuestros deseos, emociones y pensamientos, de la misma forma en que sucede con los fenómenos físicos.
Así, el bien se torna objetivo, ya que comprendemos que el principio "Amarás al prójimo como a ti mismo" -igual que el resto de las mitzvót contenidas en la Toráh- trascienden la índole humana adquiriendo una dimensión de leyes universales, las únicas capaces de combatir la raíz del mal: el deseo egoísta de recibir.



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