29/12/15

EL CAMINO DE SENDAS ANTIGUAS

“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus ajim y ajotis, y aun hasta su propia vida, no puede ser mi talmid. El que no carga su madero y viene en pos de mí, no puede ser mi talmid.” (Silvano 14:26-27)
Mientras Yahshua refería estas palabras a sus seguidores, seguramente estaba recordando cuando Él mismo tuvo que ignorar las palabras de su propia madre. Ese día estaba sentado en una casa con sus talmidim más cercanos y multitud de personas que se aferraban a cada una de sus palabras. Lleno del Ruaj HaKodesh, les hablaba en parábolas, pero los Fariseos y los sacerdotes estaban indignados: “¿Quién se piensa este Don Nadie Nazareno que es, diciendo que la religión de hoy día esta corrompida? Nosotros somos los escogidos para enseñar acerca de Elohe… ¡Este hombre está mal de la cabeza!” (lo mismo que ocurre hoy dia)
¡Su madre y sus ajim escucharon que se había vuelto loco y tenía un demonio! ¿Qué le podía haber pasado desde aquel día cuando era pequeño, y sin embargo asombraba a todos los maestros en el Templo con su profundo conocimiento acerca de la Torah y los Profetas? ¿Por qué no le aceptaban ahora? Seguramente se había desviado, algo andaba mal… Ella tenía que ir inmediatamente a rescatarle antes de que fuera demasiado tarde.
Pero, ¿te acuerdas de las palabras de Simón cuando Yosef y Miriam fueron a dedicarle al Templo? “He aquí, este niño ha sido puesto para la caída y el levantamiento de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción (y una espada traspasará aun tu propia alma)…” (Silvano 2:34-35). ¿Qué significaba esto? ¿Por qué se iba a hablar en contra del Mashiaj? ¿No tendría que haber sido recibido con gran pompa y ceremonia? Desde luego que algo no andaba bien…
Así que fue allí con sus otros hijos a rescatarle. Cuando llegó a la casa, estaba tan abarrotada de gente que no pudieron ni entrar. La gente estaba sentada o de pie en cualquier sitio que podía, para al menos poder escuchar lo que estaba diciendo. Y allí también estaban los Fariseos, llenos de celos hacia este impostor que estaba robando todos sus leales talmidim y diciéndoles la verdad. Odiaban la verdad, y rechinaban sus dientes a cada palabra que alumbraba sus oscuras almas, revelando que en realidad no eran más que unas conchas vacías que no producían fruto.
El Amado Maestro les había dicho: “Por eso os digo que el reino de Yahweh Elohe os será quitado y será dado a una nación que produzca sus frutos.” (MattiYah 21:43) Eran los líderes de una religión vacía y mística que no tenía ahavah, ni siquiera parecía que estaban conectados a Yahweh Elohe. Pero aun así, eran los líderes. Obedecían la Torah meticulosamente, por lo tanto, no necesitaban ahavah o gozo o shalom o paciencia, amabilidad, dominio propio, o cualquiera de las cosas de las que tanto hablaba este hombre (porque asi era como ellos lo veian realmente). Sin embargo, estas cualidades eran las que capturaban el corazón de la gente. Los líderes tenían la Ley de Moshe y las tradiciones del Judaísmo (Las que profesaban la Casa de yahudad en ese tiempo), que se habían transmitido durante cientos de años. Ahora toda su gente estaba siendo engañada por este blasfemo (asi ellos consideraban a Yahshua). Tendrían que hacer algo para volver a reunir sus ovejas al redil, o sino perderían a la nación entera.
Así que ahí estaba Miriam, la propia madre de Yahshua, escuchando todas las cosas que estos respetados líderes decían acerca de su hijo. Pero, ¿se acordaba ella de las palabras? “…y una espada traspasará aun tu propia alma a fin de que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.”¿Entendía ella que verdaderamente los pensamientos de los corazones de los Fariseos estaban siendo revelados?
“¿Puedes darle este mensaje a mi hijo, por favor?” preguntó ella al espectador más cercano. “Por favor, decidle que su madre y sus ajim quieren verle… Tenemos que hablar con Él inmediatamente.” Ella esperaba ansiosamente que su hijo saliera corriendo a verla. “Seguro que saldrá a hablar conmigo después de todo lo que he hecho por Él. Yo soy su madre.”
Él nunca querría separar familias, especialmente su propia familia, ¿verdad? ¿Le pediría Yahweh algo así? Después de un momento, se dio cuenta de que un gran silencio dominó la multitud. Ella se esforzó en escuchar para saber si le había llegado el mensaje... Entonces escuchó la respuesta. Sí, sabía que lo estaba diciendo Él, conocía muy bien su voz. “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?”
Empujando desesperadamente a los que se encontraban en su camino, se abrió paso hasta llegar a un lugar desde donde Él la pudiese ver bien. Pero ella se dio cuenta de que Él estaba mirando a su círculo de talmidim que estaban sentados a su alrededor, y que extendiendo la mano hacia ellos decía:
“¡He aquí mi madre y mis ajim! Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Abba que está en los cielos, ése es mi aji y mi ajot y mi madre.” Como un cuchillo estas palabras atravesaron su alma. Él no saldría… Estaba dedicado a aquellos que estaban ahí sentados con Él. Se quedaría con ellos.
Las palabras de Simón resonaban en su corazón con una claridad inconfundible. Ahora entendía. Él había llegado a ser la señal de contradicción. Él llegó a ser el testigo (el que da testimonio) de Elohe en la tierral que se opondrían todas las fuerzas espirituales del maligno. Y el enemigo se manifestaba a través de los líderes religiosos, que eran los que predicaban en sus sinagogas. Eran los que hablaban en contra de Él.
No le importaba lo que los líderes religiosos pensaran de Él. Su corazón estaba en reunir una gente que dejara todo para entregarse a hacer lo mismo que Él había hecho y ser un pueblo kadosh y puesto aparte, una nación separada del mundo. Él establecería el verdadero reino de Yahweh Elohe en la tierra, aunque separara a la madre del hijo y al aji de su aji. No iba a transigir ni a suavizar LA BUENA NUEVA. Quería un círculo de talmidim que tomara su corazón. Por eso dijo, “En esto conocerán todos que sois mis talmidim, si os tenéis ahavah los unos a los otros.” (Yonahan 13:35) ¿Cómo podían sus talmidim tenerse ahavah verdaderamente si cada uno vivía su propia vida? Si no vivían juntos, ¿cómo demostrarían su ahavah para que todo el mundo lo viera y supiera que eran los verdaderos talmidim?
El Maestro nunca quería que hubiera divisiones y des-unión entre sus talmidim.
En Yonahan 17:11, justo antes de que fuera asesinado brutalmente, Él, haciendo tefilat, pidió fervientemente el deseo más grande que había en su corazón, “Ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Abba Kadosh, guárdalos en tu Nombre (Yahweh), el nombre que me has dado, para que sean UNO, así como nosotros.” UNIDAD DE PROPOSITO ENTRE LOS AJIM TAL Y COMO EL LA TENIA CON SU ABBA KADOSH.
¿Es su tefilat apropiada hoy? Lo que fue tan importante para Él en aquel entonces, ¿No debería ser igual de importante hoy en día? Tenía tanto peso, que la gente entregaba sus familias y sus posesiones para formar parte de esa vida. Ahora, la mayoría de los que proclaman seguirle viven una vida independiente y como mucho, lo que cambia es que van, una o dos veces por semana, a sus locales llamados iglesias y por desgracia esto tambien ocurre entre el pueblo mesianico que solo van los shabbat para reunirse. Y dicen acerca de las palabras del Maestro: “Eso era para aquel entonces. Ahora las cosas son diferentes.” ¿Pero, no debería ser obedecido LA BUENA NUEVA hoy en día como en aquel entonces? ¿No pueden romper con estas adormiladas tradiciones religiosas con las que han crecido, y volver a retomar la vitalidad y la emoción que tenían los primeros talmidim de los que leemos en el libro de Maaser?
¡Sí! Ahora hay un grupo de personas que están obedeciendo LA BUENA NUEVA con todo su corazón. Están viviendo una vida de ahavah y unidad, entregando sus vidas por los demás diariamente. Están volviendo a las raíces de la verdadera kehilaj, la comunidad, no viviendo sus propias vidas egoístas, creyendo de corazón que están haciendo la voluntad de Yahweh Elohe. Estan volviendose a la restauracion, a las SENDAS ANTIGUAS, A LAS RAICES HEBREAS-ISRAELITAS, A LA MISMA TORAH DE YAHWEH. Viven juntos en comunidades o viven en familia con sus mas ayegados en sus nuecleos de casas, compratiendo con familia, vecinos o por cualquier otro medio, igual que la Primera kehilaj hizo en aquel entonces. Se niegan a sí mismos diariamente, poniendo en práctica las palabras de su Maestro en su propia vida, sin razonarlas.
Aamdos ajim vuelvanse al ruaj que se movia cuando Yahshua estaba presente fisicamente y dejen entrar en sus corazones el verdadero ahavah.

Shalom.

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