Yom 28 del 11º Jodesh/Mes Ha Torah.
Trayendo al mundo un alma hebrea
Recordemos la parábola de los talentos que nos instruyó Yahshúa (MattiYah 25-30) y que escrito está “Herencia de Yahweh son los hijos“ (Tehilim 127:3). Si consideramos cada hijo como un talento que nos es dado por Yahweh, entonces podemos decir que en cada padre y madre, Yahweh Elohe ha depositado su confianza y ha puesto responsabilidad sobre cada uno de ellos. Cuánto más cuando es un niño hebreo que tiene como principal objetivo el acercar al resto del mundo a su Creador.
Vivimos en medio de una sociedad acelerada, superficial y poco reflexiva, que diariamente busca impregnarnos estas características que se alejan diametralmente de las que distinguen a los grandes tzadikim (justos) del Eterno Yahweh. Muchos creen que es natural y lógico que cada mañana el sol debe salir a iluminar nuestro día y que por consecuencia llegará en algún momento la noche a marcarnos el cierre de este ciclo de 24 horas. De esta misma mentalidad simplista se valen algunos para creer que las mujeres se embarazan por producto de un acto fisiológico, que el bebé crece dentro de ellas porque la placenta los alimenta y dan a luz porque ciertas hormonas se liberan y dan la señal para expulsar a sus hijos al exterior, mientras que otras personas lo ayudan a salir del vientre. “Qué lógico, miles de mujeres dan a luz diariamente, es la ley de la vida, no hay en ello nada especial.”
David Hamelej (el Rey David) no era un varón de pensamiento simple, por el contrario, las Kitbé/Escrituras nos enseñan que él meditaba “de día y de noche” en las palabras del Kadosh Barut y que la Torá era su delicia. Gracias a esto un día llegó a esta formidable conclusión:
“Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Yahweh, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo”. (Tehilim 139:13-18)
Cuando hablamos de concepción, embarazo y parto, no estamos utilizando conceptos que conciernen solamente a las madres, sino de nuestras primeras experiencias de vida, de nuestros primeros encuentros con el Boré Olam (Creador del Universo), pues escrito está “Mi embrión vieron tus ojos”, ¡Baruj Hu! (Bendito es Él). Cada uno de nosotros fue concebido y formado por voluntad de Hakadosh Baruj Hu Yahweh (el Santo Bendito Sea Yahweh) ¿No es esto hermoso? Incluso si nuestros padres nos planificaron, es un hecho que nuestro Padre Celestial nos concibió primero en su corazón, puesto que de otra manera aunque nuestros progenitores nos hubiesen deseado, aun así no hubiésemos nacido. ¿Qué dicen las Kitbé/Escrituras al respecto?
“Pero tú eres el que me sacó del vientre; el que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre. Sobre ti fui echado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre, tú eres mi Elohe”. (Tehilim 22:9-10)
No es sencillo comprender lo anterior, ¿acaso algún ser humano ha conseguido crear a otro de la nada? El de pensamiento sencillo que dice “no hay Elohe”, nunca ha reflexionado profundamente sobre estas cosas y por ello no ha logrado comprender que en cada concepción ocurre algo sobrenatural. “Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Yahweh, el cual hace todas las cosas.”(Qohelet/Eclesiastés 11:5)
Cuántos piensan “qué injusta que es la vida” cuando mujeres que desean embarazarse no pueden hacerlo o, por el contrario, cuando estas no quieren tener hijos y de pronto se encuentran con un test de embarazo positivo en las manos. Las matriarcas de nuestro pueblo sufrieron esta contradicción. Ellas amaban a Yahweh, sus maridos eran varones escogidos por Yahweh y había una promesa celestial respecto a la descendencia: "Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición" (Bereshit 12:2). Pese a todo ello, ellas eran estériles. ¿Por qué Yahweh hace las cosas tan difíciles? Como dice el Tanaj (mal llamado Antiguo Testamento”): “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos.” (YeshaYah/Isaías 55:8). Allí estaban ocultos los planes del Eterno, los cuales no había revelado a ningún ser humano. Él sabía la condición de nuestros patriarcas y de sus esposas, eso no era un problema para Él. El pueblo del Eterno es un pueblo nacido desde lo sobrenatural, concebido por mujeres infértiles, gestado pese a estar en medio de la opresión (Egipto = Mitzraim = Limitaciones) y fue dado a luz luego de la apertura del Yam Suf (Mar Rojo). Soberana es la mano de Yahweh que hace estas cosas.
Cuando una mujer del pueblo de Hakadosh Baruj Hu Yahweh está embarazada, vive una de las experiencias sobrenaturales más intensas de su vida. Un nefesh (alma) desciende de los cielos e ingresa a su vientre (Rejem, en hebreo, símil de Rijem que significa tener misericordia), donde eYahweh lo comienza a vestir con carne. Es un proceso que dura aproximadamente 40 semanas, hasta que este nuevo ser viviente nace y comienza a respirar por sí mismo. Este vientre funciona como un portal entre el mundo natural y el mundo espiritual, allí se produce el milagro de la vida. Una nueva alma hebrea es traída al mundo para bendecir el nombre glorioso del Santo Bendito Yahweh, un alma donde reposarán las promesas que el Padre celestial hizo a nuestros patriarcas y las responsabilidades que Él entregó a cada miembro del pueblo cuando estaban en el Har Sinai (Monte Sinaí).
Después de más de tres milenios aun sigue creciendo el pueblo de Israel, con hombres y mujeres como nosotros. Qué privilegio y qué responsabilidad es el traer un alma hebrea a este mundo, una que llevará el encargo de hacer el Tikún Olam (restauración del mundo) y de acercar el mundo natural al mundo espiritual. Es una inmensa responsabilidad la que Yahweh deposita sobre nuestros hombros, al permitirnos cargar este ser que Él ha creado para hacer una diferencia, para aportar y para bendecir al mundo. El Boré Olam ha depositado en nuestras manos el intensivo cuidado de la correcta formación de este ser que Él ha decidido traer al mundo. Es por ello que debemos informarnos y educarnos para realizar esta tarea de la mejor manera posible, no sólo cuidando lo que comemos sino en toda área que pueda afectar al correcto desarrollo de este niño que está por nacer.
“Porque fortificó los cerrojos de tus puertas; bendijo a tus hijos dentro de ti” (Tehilim 147:1)
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