AMADOS AJIM Y AJOTIS:
El estudio diligente y sincero de la Palabra de Yahweh, su Torah/Instruccion junto con un fuerte deseo de someternos a su voluntad, pronto nos permite ver dentro de nosotros los mismos deseos egoístas que dominan el comportamiento y la forma de pensar de todo ser humano. Empezamos a reconocer la influencia penetrante que tiene la “mente carnal,” como tan acertadamente la llamó Shaul (Qolasiyim/Colosenses 2:18), en nuestro pensar y actuar.
Pero primero, Yahweh tiene que convencernos del pecado (Yonahan/Juan 16:8) para que podamos arrepentirnos y así comprender cuán alejados estamos de sus caminos. Debemos empezar a comprender el engaño satánico del que hemos sido víctimas para poder ver el pecado que vive dentro de nosotros y reconocer la hostilidad tan arraigada que tenemos contra Yahweh y sus INSTRUCCIONES (TORAH), “por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Yahweh; porque no se sujetan a la TORAH de Yahweh, ni tampoco pueden” (Romaniyim/Romanos 8:7).
El estudio diligente y sincero de la Palabra de Yahweh, su Torah/Instruccion junto con un fuerte deseo de someternos a su voluntad, pronto nos permite ver dentro de nosotros los mismos deseos egoístas que dominan el comportamiento y la forma de pensar de todo ser humano. Empezamos a reconocer la influencia penetrante que tiene la “mente carnal,” como tan acertadamente la llamó Shaul (Qolasiyim/Colosenses 2:18), en nuestro pensar y actuar.
Pero primero, Yahweh tiene que convencernos del pecado (Yonahan/Juan 16:8) para que podamos arrepentirnos y así comprender cuán alejados estamos de sus caminos. Debemos empezar a comprender el engaño satánico del que hemos sido víctimas para poder ver el pecado que vive dentro de nosotros y reconocer la hostilidad tan arraigada que tenemos contra Yahweh y sus INSTRUCCIONES (TORAH), “por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Yahweh; porque no se sujetan a la TORAH de Yahweh, ni tampoco pueden” (Romaniyim/Romanos 8:7).
Amados míos, reconocer el pecado en nosotros constituye un avance muy
significativo, pues el primer paso para cambiar un mal hábito o evitar
una mala acción es reconocer y aceptar que existe un problema. Y ese
problema es que hemos estado engañados y enceguecidos por el pecado.
Debemos estar dispuestos a reconocer nuestras faltas y aceptar nuestra culpabilidad:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (Yonahan Alef/1 Juan 1:9-10).
Debemos estar dispuestos a reconocer nuestras faltas y aceptar nuestra culpabilidad:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (Yonahan Alef/1 Juan 1:9-10).
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