6/8/17

DATOS SOBRE EL NOMBRE SAGRADO



“Datos del Nombre del Ser Supremo”


Los atributos del Nombre memorial, análisis etimológico
El nombre del Ser supremo se escribe con cuatro letras hebreas יהוה (hwhy), de ahí que se les haya designado con el termino griego tetragrama. El Nombre procede del verbo arcaico hawa, (ser, existir, vivir) funcionando de dos maneras. Primeramente como un Hifil o forma causativa (no existe esta compleja conjugación en el castellano). Con el significado: “Él causa el ser” o “Él lleva a ser” De manera, que si se toma en cuenta la respuesta “Yo Seré el que Seré” (Shemot 3:14), Yahweh Asher Yahweh,  se interpretaría como: “Él lleva a la existencia todo cuanto existe.” El Nombre describe por tanto, al Pastor de Israel como el Creador del universo. Las siguientes citas resaltan precisamente el aspecto creador del Nombre del Bendito: “Nuestro socorro está en el Nombre del Bendito de יהוה, que hizo los cielos y la tierra” (Tehilim 124:8); “Él edifica su morada en los cielos, y pone en la tierra los cimientos de su firmamento. Convoca las aguas del mar y las derrama sobre la faz de la tierra. ¡Yahweh es su Nombre!; “Buscad al que hizo las Pléyades y el Orión, que a las tinieblas convierte en mañana, y que hace oscurecer el día hasta que se hace noche”; “Buscad al que llama a las aguas del mar y las derrama sobre la superficie de la tierra. ¡Yahweh es su Nombre!” (Am. 5:8; 9:6). Vale la pena señalar que el nombre compuesto Yahweh Sebaot
(Tehilim 24:10), se ha traducido incorrectamente en algunas versiones de las Escrituras como “El Señor de los Ejércitos”, lo correcto sería “Él lleva los Ejércitos (¿de Israel o del Cielo?) a la existencia.”
El Nombre es también un Kal, que es una flexión simple del verbo ser, ya sea en tiempo presente: “Él es quien es” o “El auto-existente”; ya en futuro imperfecto: “Él es quien será continuamente” es decir: el Eterno, la presencia activa que siempre protege a su pueblo. Tal sentido de eternidad es recalcado en este pasaje:
Para siempre será su Nombre; será perpetuado mientras dure el sol. En Él serán benditas todas las naciones, y lo llamarán bienaventurado” (Tehilim 72:17).
Concluyendo: el Nombre es por etimología, absolutamente inmutable e imperecedero.
Amados míos no olviden jamás Su Nombre.
Yahweh, es el único Nombre del Todopoderoso, todos los demás epítetos son títulos de excelsitud que buscan reverentemente resaltar algún aspecto de su naturaleza. Es un nombre propio no un título descriptivo. Los títulos no dignifican aun más al Nombre de Yahweh; por el contrario, es el sublimísimo Nombre de Yahweh el que enaltece a los tales.
En las Escrituras nazarenas se emplea constantemente en expresiones relativas al reino venidero, por ejemplo “El reino del Cielo” corresponde a “El reino de Yahweh” (Mt. 3:2; 5:3; Mr. 1:15). Otros títulos reverénciales son “El Poder” (Mr. 14:62), que es un claro substituto del tetragrama. Dentro de la tradición petrina aparece la “Magnífica Gloria” (Kefas Bet 1:17).
El más conmovedor, el más tierno, el más amoroso de todos los títulos dados a Yahweh es “Abba”, y que en lengua aramea significa papá o papacito ¡Sólo el Mashiaj y sus seguidores han llamado a Yahweh de ese modo tan familiar, tan llano! La unión del Nombre con algún título se debe interpretar dentro del contexto a fin de encontrar no solamente una serie de atributos y virtudes del Todo Misericordioso, sino los motivos y propósitos de sus mismas acciones.
 En la literatura apócrifa y en los sidurim o libros de oraciones del judaísmo los títulos más comunes son: “Rey de los seres supremos y Rector de todas las Potestades”, “El Paciente”; “El Compasivo”; “El Perdonador”; “El Misericordioso”; “Creador de Todo” o “Yozer ja Kol” (Eclo. 24:8; 51:12); “El Digno de ser Alabado” o “El ja Tishbajot”; “El Guardián de Israel” o “Shomer Israel”; “El Escudo de Abraham” o “Magen Avraham”; “Roca de Issac” o “Zur Yizjaq” y “Rey sobre el Rey de Reyes” o “Melek Malkei ja Melakjim”, el cual fue encontrado en un pasaje de Ben Sira, insertado después del 51:12 en el griego, dicho apelativo sólo ha sido preservado en la versión hebrea. También está “El Altísimo” o “Elyon”, que en las versiones griegas se puede encontrar como “Hypsistos”; “Theos o Pantokrator” (2ª Cor. 6:18; Rv. 1:8; 4:8; 11:17; 15:3; 16:7, 14; 19:6, 15; 21:22). Otro titulo bastante habitual es “Jo Aionios” o “El Eterno”, que es traducción del hebreo “El Olam” (1ª Bar. 4:20,22); “El Ser Supremo de Verdad” (1ª Esd. 4:40); “El Ser Supremo de Majestad Viviente” (Est. 16:16). En los escritos latinos está “Señor Soberano” o “Dominator Dominus” (4° Esd.6:11). Otro titulo bastante conocido es “Caelum” o “Los Cielos” (1° Mac. 4:24, 55; 12:15).
En el hebreo talmúdico aparece comúnmente “Adonay”, “Elohim”, “Shadday”, y “Ha Shem” o “jaShem”, o sea “El Nombre”. En la literatura rabínica se encuentran: “El Grande”; “El Poderoso”; “El Majestuoso”; “El Santo Bendito sea”; “El Supremo Rey de Reyes”; “Soberano del Universo”; “El Lugar”;“El Todo Misericordioso”; “El Justo”
Debido a la doctrina farisea de mantener el Nombre oculto e impronunciable, en el periodo talmúdico surgió la pregunta básica referente a cuáles títulos o nombres del Eterno pueden escribirse, cuáles pueden entonarse en el canto litúrgico de la sinagoga y cuáles pueden ser borrados o eliminados de los documentos después de que hayan sido escritos. De acuerdo a los talmudistas pueden escribirse siete nombres o títulos
del Eterno pero una vez escritos no pueden borrarse. Ellos son: Yahweh, El, Elohim, Eheyeh Asher Eheyeh, Adonay, Sebaot y Shadday (Shevu. 35a-b). El Talmud declara además que pueden escribirse sin restricción alguna todos los otros títulos del Eterno. Con todo, los judíos ortodoxos han acuñado varios títulos para sustituir a ciertos títulos permitidos por el Talmud, por ejemplo: Elokim para evitar Elohe, Adoshem para evitar Adonay, etcétera, porque ellos creen que hay restricciones en la pronunciación de todos los nombres del Inmarcesible.
Y ¿Qué hacer con los documentos y objetos hebreos que contienen el nombre o los títulos del Eterno?
La jurisprudencia hebrea ha establecido que los objetos y libros sagrados no deben arrojarse a la basura, sino que deben ser sepultados, generalmente en el cementerio judío local. Pero la mayoría de las sinagogas han creado un lugar especial dentro del recinto llamado geniza (almacén), el cual sirve como lugar de descanso para tales cosas hasta que llegue el momento de sepultarlas.
Las evidencias que apoyan la pronunciación del Nombre memorial
Actualmente, dentro de los círculos eruditos el tema del Nombre revelado ya no es debate. Años de continua y paciente investigación han dado frutos. La solidez de las evidencias que lo apoyan es impresionante y están distribuidas en cinco secciones.14
A. El testimonio bíblico e histórico de los siglos X A.E.C. al II E.C. sobre los nombres teofóricos y ciertas palabras provenientes del protocolo, la poesía y la liturgia hebrea.
B. El testimonio de la tradición samaritana, que va del siglo V A.E.C. hasta prácticamente el presente siglo.
C. El testimonio de los llamados padres antenicenos y pos-nicenos que arranca del siglo I hasta el VII E.C.
D. El testimonio masorético que va de los siglos V al X E.C.
E. Los resultados de la investigación paleográfica, epigráfica y filológica sobre documentos e inscripciones provenientes del Medio Oriente del primero y segundo milenio A.E.C. Estas fuentes pueden subdividirse en tres clases:
E1. Las transcripciones babilónicas y asirias en escritura cuneiforme de nombres propios hebreos provenientes de los siglos IX al V A.E.C.
E2. Las inscripciones hebreas, cananitas y otras lenguas afines que hicieron uso del alfabeto proto-sinaítico.
E3. Transcripciones semítico occidentales de nombres y otros materiales lingüísticos provenientes del segundo milenio A.E.C.
Conclusión
La evidencia escritural prueba en forma contundente que el nombre de Yahweh posee un valor sublime. Representa a una “persona de autoridad” suprema, siendo magnificado sobre todas las cosas y por tanto, es el más grande de todos los nombres. Es la palabra más sagrada de todos los idiomas. Debe tratarse con extraordinario respeto. Bajo ninguna circunstancia debe usarse como una palabra común o de uso diario e irreverente. No ha de emplearse como una especie de amuleto o emblema publicitario en: Camisetas, kipás, calcomanías, camisetas, sombreros, placas para automóvil, etcétera. Todas estas formas de comercialización no son más que una blasfemia. Es pisotear la dadiva más sagrada y pura que posee el ser humano.


La suprema importancia del Nombre memorial
יהוה
En las Escrituras existen tres doctrina fundamentales de superlativa importancia: La Toráh, el Mashiaj y su misión, y el Nombre de Yahweh; de estas se dimanan todas las demás. Sin embargo, resulta sorprendente que aun las dos primeras doctrinas hunden sus raíces y entrelazan sus ramas en el Nombre de Yahweh.
El Nombre de Yahweh representa una personificación de su poder, es como su doble o equivalente: “He aquí que el Nombre de Yahweh viene de lejos. Arde su furor y levanta densa humareda. Sus labios están llenos de ira, y su lengua es como fuego consumidor.” (YeshaYah 30:27). Es su gloria, o mejor dicho su honroso esplendor: “Pero por esto mismo te he dejado con vida para mostrarte mi poder y para dar a conocer mi Nombre en toda la tierra” (Shemot 9:16). “Desde el occidente temerán el Nombre de Yahweh; y  desde donde nace el sol, su gloria. Porque Él vendrá como río encajonado, sobre el cual impele el soplo de Yahweh” (YeshaYah 59:19;.Yahoshua 7:9; 9:9), de esta revelación surgen expresiones poéticas de gran
belleza como “la gloria o el esplendor de tu Nombre” (Tehilim 66:2; 79:9) o “el Nombre de tu magnificencia” (Neh 9:5), conceptos sinónimos que describen la lustrosa magnificencia de Yahweh. El Exaltarlo (Amos 2:7;Vayigra 18:21), santificar o exaltar (YeshaYah 29:3), amar (Tehilim 5:11), y bendecir (Tehilim 7:17; 9:2), el Nombre de Yahweh equivale a Exaltarlo, Invocarlo y Bendecir a Yahweh mismo. De ahí que, Yahweh y su Nombre son prácticamente indivisibles en las Escrituras (YeshaYah 25:1; 29:23; 56:6; Tehilim 5:11; 7:17; 9:3,10).
Cuando Yahweh jura por sí mismo, en realidad está jurando por su Nombre (Bereshit 22:16).
Quizás, ahora sea más factible para el creyente moderno reconocer la magnitud del Nombre; cuya
Trascendencia no admite substitutos, corrupciones ni encubrimientos; ya que testifica que Él es el único que posee la vida de una manera real. Él es el único que es. Él es el único que lleva a la existencia todo lo creado. Él es el único que produce el “ser”. El que se revela a sí mismo y da a los herederos de Avraham su Nombre, Yahweh.

“RECORDEMOS PARA NO OLVIDAR”
La famosa oración hebrea llamada Shemá reza así: “Oye Israel Yahweh nuestro Eloha. Yahweh uno es, y amarás a Yahweh tu Elohe de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder. Y estas palabras que yo te ordeno hoy, han de permanecer sobre tu corazón; y las inculcaras a tus hijos, y hablaras de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte y al levantarte; y las atarás por señal en tu mano, y estarán por frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa y en tus portadas” (Devarim 6:4-12). Es obvio que el Nombre revelado es parte inseparable del Shemá, quítese éste Nombre y se tendrá un texto tan mutilado como vago e inconexo. Entonces, ¿Cómo iba a perderse la quinta esencia del credo del pueblo del Altísimo? ¿Acaso el Omnipotente al dar la orden de repetir y enseñar las palabras del Shemá no consideró que al paso de las centurias nadie iba a tener la capacidad de cumplirla enteramente, puesto que ningún mortal podría saber su Nombre a ciencia cierta? La respuesta es no.
Porque la exquisita arquitectura bíblica se vendría abajo sin el Nombre del Eterno. El Supremo Rey de Reyes es muy claro, muy especifico en cuanto a su Nombre. Y Yahweh es la forma por la que Él desea ser recordado, año tras año, generación tras generación, sin importar a qué grupo étnico pertenezcan tales generaciones. Su pueblo debe llamarlo por su verdadero Nombre, por su único
Nombre, Yahweh. Esta es su voluntad, y dicha voluntad es Ley soberana e inquebrantable para todos nosotros, los benei yisrael.
La bendición (Bircat Kojanim o bendición de los sacerdotes) es otro punto que queda en el aire sin la pronunciación del Nombre del Omnipotente. Véase la cita que se expone a continuación: “Habla a Aharon y a sus hijos y diles que así bendeciréis a los hijos de Israel. Decidles: “Yahweh te bendiga y te guarde. Yahweh haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia. Yahweh levante hacia ti su rostro, y ponga en ti paz.” (Bemidbar 6:23-26).
"Yevareja Yahweh ve ismereja,
Yaer Yahweh panaj eleja vijuneja,
Isa Yahweh panaj eleja
Veyasem leja Shalom"
Fácilmente se infiere que el Nombre del Bendito tiene especiales implicaciones en la bendición; que es en realidad el hecho de tomar los flecos (zitzit-yod) de las esquinas del manto “con que nos vestimos” y ser visto ante los ojos de la Kajal, a esto se le llama “poner’ el Nombre excelso sobre el pueblo para que Yahweh los bendijera: “Y pondrán mi Nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré” (Bemidbar 6:27). ¿Cómo pues iba a desaparecer la pronunciación del Shem ja Meforash sin ser afectada la bendición del Israel del Todopoderoso? La respuesta vuelve a ser no.
Curiosamente en el Pentateuco o “Jumashnunca aparecen las palabras “Los Diez Mandamientos” sino
que son referidas como Aseret ja Devarim, (Shemot 34:28; Devarim 4:13; 10:4), “Las Diez Palabras”. En los textos rabinícos ellas son llamadas Aseret ja Dibrot. Las palabras devarim y dibrot proceden de la raíz, davar, cuyo significado es: Palabra, declaración, dicho o cosa. Así, la frase es correctamente traducida como “Los Diez Dichos”, “Las Diez Declaraciones”, “Las Diez Palabras”, y aun “Las Diez Cosas” pero jamás “Los Diez Mandamientos”, lo cual sería Aseret ja Mitzvot.
¿Sería aun valida la Toráh si el Nombre del Ser Supremo hubiera desaparecido?
Si el Nombre del Rey era retirado del documento de la Alianza, el tratado venía a ser letra muerta.
Pero en el caso especifico de la Toráh tal cosa es imposible, la Toráh es un “berit olam,” un pacto eterno.
Durante su ministerio, Yahshua el Mashiaj nos dio Halajá (enseñanza) que es absolutamente imposible que algún componente de la Toráh pueda extraviarse, ¡Cuanto menos el Nombre de su Padre!: “De cierto os digo que hasta que
pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una yod ni una keraia (literalmente “coronita,” denota las tagin o “coronas” adjuntas a ciertas letras de la escritura cuadrada aramea) pasará de la Toráh hasta que todo haya sido cumplido,” (Mt. 5:18). Si el Nombre hubiera sido suprimido u oculto por celestial mandato Yahshua inmediatamente lo hubiera mencionado.
Recapitulando: la hipótesis de la pronunciación perdida es un yerro gravísimo, porque la Toráh es un pacto de vasallaje entre Yahweh e Israel, ninguna alianza es válida si no existe el Nombre del rey autor del convenio.
¿Cómo iba a seguir vigente la Toráh si el Shem ja Meforash o el Nombre Distinguido simplemente se había perdido en la noche de los tiempos? La respuesta es necesariamente negativa.
Pese a que la prueba escritural basta para demoler por sí misma la enseñanza de la pronunciación perdida.
Ahora usted, después de haber sido confrontado con la evidencia ha quedado solo frente a la verdad y ha de contestar a la pregunta siguiente: “¿Quién ha subido al cielo y ha descendido? ¿Quién reunió los vientos en sus puños? ¿Quién contuvo las aguas en un manto? ¿Quién levantó todos los extremos de la tierra? ¿Cuál es su Nombre, y el nombre de su hijo, si lo sabes? (Pr. 30:4). El autor de estas humildes líneas cree que usted ya posee los elementos para dar respuesta a ella en forma veraz y objetiva. Si no ocurrió así, la invitación del Todopoderoso aún está de pie: “Venid, pues, dice Yahweh; y razonemos juntos….” (YeshaYah 1:18).

Que Yahweh le bendiga y le guarde

(Disponemos un estudio completo con datos de todo tipo para completar este estudio compartido, titulado “TODO SOBRE EL NOMBRE DIVINO”)
Solicítelo a este correo

“Kajal Yisraelita de Yahshua Siló”

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