LA TORAH
"... este pueblo se Me acerca con su boca y con sus labios Me honra, pero su corazón está lejos de Mí y su temor de Mí es un mandamiento de hombres aprendido de memoria" (Isaías 29,13)
Había una vez un famoso rey que decidió cier
to día visitar las áreas rurales de su reino para investigar la situación social y económica que prevalecía allí. Cuando llegó a una remota región montañosa vio con sorpresa y asombro que ni una sola persona en todo el pueblo sabía leer ni escribir. Como resultado, la población estaba sumida en la más profunda ignorancia, creía en supersticiones e ignoraba cualquier cosa que sucediera en el mundo exterior. Como es propio de un rey que desea mejorar la condición de sus súbditos, ordenó inmediatamente volver a su palacio y que se enviara a ese pueblo un maestro provisto con los libros de texto.
Cuando ya había pasado cierto tiempo, el maestro volvió a él con lágrimas y con amargor de boca: "Ellos me arrojaron fuera y robaron los libros", informó el maestro al rey. El rey decidió visitar el pueblo como había hecho antes, para así averiguar lo que había pasado. Él se quedó realmente perplejo cuando vio, al entrar en las casas del pueblo, que los libros de texto que había enviado con el maestro al pueblo, estaban todos colgando en las paredes en lugares prominentes. lámparas de aceite ardían delante de los libros y mesas repletas de incienso se habían colocado ante ellos, así como platos de plata, etc. Los lugareños explicaron al rey, "Mire, nosotros hemos recibido los preciosos libros que usted nos envió, su majestad, y los honramos según nuestra tradición; nosotros continuamos viviendo como siempre, y no nos servimos de ese hombre que nos trajo los libros". "Oh necios, cortos de inteligencia", gritó el rey, "Yo les envié los libros para que con la ayuda del maestro ustedes aprendieran de ellos, y para que entendieran que su estilo de vida está equivocado. Y para colmo han hecho de estos libros abominaciones aún mayores que las que yo odio".
Así ocurrió cuando la Torah fue entregada a los Hijos de Israel por el fiel maestro enviado por el Rey del universo, con el propósito de distanciar y separar al pueblo de YHVH de los errores de las antiguas naciones que creían en demonios y espíritus, la astrología y el mal de ojo, los cultos mágicos, y de quienes oran a "santos" muertos para que intercedan en su nombre ante su Padre en el cielo. De hecho, ellos recibieron la Torah, y la pusieron en una caja en la pared, y continuaron estudiando las palabras de sus "sabios” mientras lámparas llenas de aceite ardían ante la caja.
Pero la Torah se olvidó e Israel volvió a las supersticiones de las antiguas naciones, creyendo en demonios y astrología, amuletos y talismanes, el mal de ojo y tumbas de santos. ¡Incluso arremetieron contra el Maestro diciendo "no esta en el cielo", queriendo decir que aun cuando una voz viniera del cielo advirtiéndonos que hemos errado en nuestra interpretación de la Torah, no debemos prestar atención a la voz porque la Torah ya "es nuestra" y aquel que nos la dio no tiene ningún derecho a intervenir - éstas son las explícitas palabras de los sabios del Talmud y Midrash! Así la Torah se ha vuelto una "religión", una "tradición", un mandamiento de hombres aprendido de memoria . Hay algunas personas que al ver un pedazo de pan arrojado al suelo corren a recogerlo y besarlo, una práctica que no se menciona en la Torah, esas mismas personas encienden fuego en el Séptimo Día. ¡Cuelan el mosquito y tragan el camello!
Hemos olvidado que la Torah es un Árbol de Vida y no una religión. Hemos olvidado que la Torah nos exige que nos comportemos en todo momento según sus leyes - cuando nos acostemos y cuando nos levantemos, en el mercado y en el lugar de trabajo. La Torah nos dice - Amaras a tu hermano como a ti mismo, nos ordena – Serás justo en todos tus caminos - pero odiamos a nuestros hermanos y procuramos honor y ganancia injusta.
Así, la fe se ha debilitado. La mayoría de Israel ha dejado el bando de los creyentes hasta no quedar ninguno; nadie permanece fiel; no hay ningún hombre sincero. Los necios han hablado falsedad diciendo que el Pueblo de Israel sólo sobrevive debido al idioma hebreo, o debido a su odio hacia los Gentiles, o debido a la "narizota judía", o debido a Herzl y a Jabotinsky.
¡Hermanos!, Examinemos nuestros actos, quitemos los falsos dioses de nuestro interior, y volvamos a la verdad como nuestros Profetas nos han enseñado. Purifiquemos nuestros pensamientos, investiguemos en la Torah y en las Santas Escrituras, y por ellas enderecemos nuestros caminos. Volvámonos no a los fantasmas y a los espíritus, no creamos en falsedades. Creamos en la Ley de Moisés y no en mandamientos de hombres. Hablemos verdad y no mentira, No sigamos los caminos de los incircuncisos, y esforcémonos en guardar los mandamientos y practicar justicia.
Y..., ¿Cuál será nuestra vara de medir?. Antes de cada acción preguntémonos - ¿Está esto de acuerdo con la voluntad de Aquel que nos enseñó el buen camino? ¿Está este asunto tratado en la Torah? ¿Este acto es correcto? ¿Está basado en las enseñanzas de los profetas? ¿Nos exige la Torah actuar así?
Ya se ha dicho que la Torah no es una "religión" como otras religiones. Es un proyecto de vida. El problema es que a lo largo de las generaciones "hombres sabios" la han cubierto con miles de contradictorias interpretaciones, escondiendo su simple y llano significado, y así han hecho errar a la nación. Por consiguiente, debemos tener el cuidado, no sea que el Rey nos visite y nos encuentre enfrascados en abominaciones.
"... este pueblo se Me acerca con su boca y con sus labios Me honra, pero su corazón está lejos de Mí y su temor de Mí es un mandamiento de hombres aprendido de memoria" (Isaías 29,13)
Había una vez un famoso rey que decidió cier
to día visitar las áreas rurales de su reino para investigar la situación social y económica que prevalecía allí. Cuando llegó a una remota región montañosa vio con sorpresa y asombro que ni una sola persona en todo el pueblo sabía leer ni escribir. Como resultado, la población estaba sumida en la más profunda ignorancia, creía en supersticiones e ignoraba cualquier cosa que sucediera en el mundo exterior. Como es propio de un rey que desea mejorar la condición de sus súbditos, ordenó inmediatamente volver a su palacio y que se enviara a ese pueblo un maestro provisto con los libros de texto.
Cuando ya había pasado cierto tiempo, el maestro volvió a él con lágrimas y con amargor de boca: "Ellos me arrojaron fuera y robaron los libros", informó el maestro al rey. El rey decidió visitar el pueblo como había hecho antes, para así averiguar lo que había pasado. Él se quedó realmente perplejo cuando vio, al entrar en las casas del pueblo, que los libros de texto que había enviado con el maestro al pueblo, estaban todos colgando en las paredes en lugares prominentes. lámparas de aceite ardían delante de los libros y mesas repletas de incienso se habían colocado ante ellos, así como platos de plata, etc. Los lugareños explicaron al rey, "Mire, nosotros hemos recibido los preciosos libros que usted nos envió, su majestad, y los honramos según nuestra tradición; nosotros continuamos viviendo como siempre, y no nos servimos de ese hombre que nos trajo los libros". "Oh necios, cortos de inteligencia", gritó el rey, "Yo les envié los libros para que con la ayuda del maestro ustedes aprendieran de ellos, y para que entendieran que su estilo de vida está equivocado. Y para colmo han hecho de estos libros abominaciones aún mayores que las que yo odio".
Así ocurrió cuando la Torah fue entregada a los Hijos de Israel por el fiel maestro enviado por el Rey del universo, con el propósito de distanciar y separar al pueblo de YHVH de los errores de las antiguas naciones que creían en demonios y espíritus, la astrología y el mal de ojo, los cultos mágicos, y de quienes oran a "santos" muertos para que intercedan en su nombre ante su Padre en el cielo. De hecho, ellos recibieron la Torah, y la pusieron en una caja en la pared, y continuaron estudiando las palabras de sus "sabios” mientras lámparas llenas de aceite ardían ante la caja.
Pero la Torah se olvidó e Israel volvió a las supersticiones de las antiguas naciones, creyendo en demonios y astrología, amuletos y talismanes, el mal de ojo y tumbas de santos. ¡Incluso arremetieron contra el Maestro diciendo "no esta en el cielo", queriendo decir que aun cuando una voz viniera del cielo advirtiéndonos que hemos errado en nuestra interpretación de la Torah, no debemos prestar atención a la voz porque la Torah ya "es nuestra" y aquel que nos la dio no tiene ningún derecho a intervenir - éstas son las explícitas palabras de los sabios del Talmud y Midrash! Así la Torah se ha vuelto una "religión", una "tradición", un mandamiento de hombres aprendido de memoria . Hay algunas personas que al ver un pedazo de pan arrojado al suelo corren a recogerlo y besarlo, una práctica que no se menciona en la Torah, esas mismas personas encienden fuego en el Séptimo Día. ¡Cuelan el mosquito y tragan el camello!
Hemos olvidado que la Torah es un Árbol de Vida y no una religión. Hemos olvidado que la Torah nos exige que nos comportemos en todo momento según sus leyes - cuando nos acostemos y cuando nos levantemos, en el mercado y en el lugar de trabajo. La Torah nos dice - Amaras a tu hermano como a ti mismo, nos ordena – Serás justo en todos tus caminos - pero odiamos a nuestros hermanos y procuramos honor y ganancia injusta.
Así, la fe se ha debilitado. La mayoría de Israel ha dejado el bando de los creyentes hasta no quedar ninguno; nadie permanece fiel; no hay ningún hombre sincero. Los necios han hablado falsedad diciendo que el Pueblo de Israel sólo sobrevive debido al idioma hebreo, o debido a su odio hacia los Gentiles, o debido a la "narizota judía", o debido a Herzl y a Jabotinsky.
¡Hermanos!, Examinemos nuestros actos, quitemos los falsos dioses de nuestro interior, y volvamos a la verdad como nuestros Profetas nos han enseñado. Purifiquemos nuestros pensamientos, investiguemos en la Torah y en las Santas Escrituras, y por ellas enderecemos nuestros caminos. Volvámonos no a los fantasmas y a los espíritus, no creamos en falsedades. Creamos en la Ley de Moisés y no en mandamientos de hombres. Hablemos verdad y no mentira, No sigamos los caminos de los incircuncisos, y esforcémonos en guardar los mandamientos y practicar justicia.
Y..., ¿Cuál será nuestra vara de medir?. Antes de cada acción preguntémonos - ¿Está esto de acuerdo con la voluntad de Aquel que nos enseñó el buen camino? ¿Está este asunto tratado en la Torah? ¿Este acto es correcto? ¿Está basado en las enseñanzas de los profetas? ¿Nos exige la Torah actuar así?
Ya se ha dicho que la Torah no es una "religión" como otras religiones. Es un proyecto de vida. El problema es que a lo largo de las generaciones "hombres sabios" la han cubierto con miles de contradictorias interpretaciones, escondiendo su simple y llano significado, y así han hecho errar a la nación. Por consiguiente, debemos tener el cuidado, no sea que el Rey nos visite y nos encuentre enfrascados en abominaciones.
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