2/4/16

LA PUERTA ESTRECHA


Yahshua iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Yahrusalaim. Una persona le preguntó: «Rabí, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?». El respondió:
«Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Adon, ábrenos”. Y él les responderá: “No sé de dónde son ustedes”.
Entonces comenzarán a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas”. Pero él les dirá: “No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!”. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Avraham, a Yisaac, a Yaacob y a todos los profetas en el Reino de Yahweh, y ustedes sean arrojados afuera.
Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Yahweh. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos» (Silvano 13,22-30).
La dificultad del ingreso al Maljut/Reino no es el tamaño de la puerta de Silvano, a través de la cual la gente puede ingresar a una casa o las ovejas a un corral, por más estrecha que la hayan fabricado.
El problema es la pretensión de los hombres de entrar cuando ya está cerrada. Es decir, cuando haya terminado el tiempo vivido durante el cual tendrían que haber respondido a la llamada de Yahweh dirigida por Yahshua y los demás profetas.
Allí no se tendrá en cuenta el grupo de pertenencia de las personas. Ya antes lo había predicado el Bautista y después lo afirmará un Apóstol:
«Dad, pues, fruto digno de conversión, y no creáis que basta con decir en vuestro interior: “Tenemos por padre a Avraham”; porque os digo que puede Yahweh de estas piedras dar hijos a Avraham» (Mt 3,8-9)
 «En esto se reconocen los hijos de Yahweh y los hijos del diablo: todo el que no obra la justicia no es de Yahweh, ni tampoco el que no ama a su hermano» (Yonahan Alef 3,10).
 No tiene sentido invocar lo que Yahshua ha realizado como enviado de Yahweh si no fue acogido por sus destinatarios para convertir su lev/corazón a Yahweh. Lo que se tiene en cuenta es lo que cada uno fue capaz de realizar en su vida como expresión de su transformación. Lo que los deja afuera es haber sido «obradores de injusticia»
En la llamada desesperada a la puerta MattiYah presenta otra variante. Los que claman sí invocan sus acciones apostólicas (serían los que se hicieron talmidim de Yahshua):
«Muchos me dirán aquel Día: “Adon, Adon, ¿no profetizamos en tu nombre (Yahshua), y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Y entonces les declararé: “¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!”» (Mt 7,22-23).
También los que han creído en Yahshua ¡y anunciado su Buena Nueva!, si no viven según ese mensaje se quedarán afuera.
Sin embargo la puerta del Maljut/Reino no es un colador. Es el lugar de la bienvenida para los que siguieron los pasos de Yahshua.

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